Este miércoles 12 de julio, la Comisión Nacional de Acreditación, CNA, informó oficialmente que nuestra carrera de Medicina fue reacreditada por dos años, una buena noticia que se une a la acreditación institucional que recibimos en marzo recién pasado. “Estamos muy contentos, independiente de la cantidad de años. Lo importante es que, desde la estructura formal del Estado, se reconoce que este es un proyecto viable que se está construyendo un camino ajustado a la normativa que regula la Educación Superior en Chile”, dice Bernardo Morales Catalán, Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de Universidad del Alba.

El profesional cuenta que, al hacer una retrospectiva, es importante “no tapar el sol con un dedo” y asumir la historia: “La Universidad Pedro de Valdivia, que es de donde venimos, hasta hace poco tiempo era una institución que estaba sub cero, en vías de extinción, estuvo a la venta incluso. La cantidad de estudiantes había caído estrepitosamente.  Era un proyecto que estaba con pocos visos de viabilidad.  Sin embargo, el directorio creyó que había una potencialidad, y eso es lo que se está reconociendo hoy en día”.

El decano, además, comenta que la escuela de medicina UDALBA es un proyecto absolutamente innovador para la educación chilena: “Hemos hecho un duro recorrido dentro de lo que es la tradición de la educación superior chilena, que, en mi opinión, y creo que la comparte buena parte del equipo directivo de la universidad, es un modelo anquilosado, un modelo educativo conservador donde todavía se piensa que las competencias para estudiar en la universidad dependen de la adquisición de información.  Porque las pruebas de selección universitaria (PSU o PAES) administradas por el CRUCH, el Consejo de Rectores de las universidades, miden adquisición de información.  Hoy día, con el PAES se está tratando de medir algunas otras competencias, pero que tienen que ver siempre con la capacidad de pensamiento analítico.  Pero resulta que, para ser un profesional eficiente y responsable en el ejercicio profesional, hay que tener competencias complejas que se llaman talentos”.

Esas competencias, explica, “implican el involucramiento de cada uno de los profesionales con el rol que esta profesión cumple en la sociedad, con la vocación de querer ejercer donde lo que prime sea el sentido de servicio y no el sentido mercantil o utilitarista de una profesión para ganar plata, donde importante sea el componente ético, donde nos involucramos en las mejoras colectivas del país, que en el caso de salud es la mejora del estándar de vida”.

Para Bernardo Morales ese punto es clave, porque normalmente se tiende a medir la salud de población a través del parámetro de la expectativa de vida en Chile, que hoy es de 80-85 años, mayor que el promedio latinoamericano.  “Pero aquí hay una diferencia técnica bien importante que tiene que ver con la calidad de vida. Porque las personas llegan a los 80 u 85 años de vida, pero están todos enfermos. Llenan los hospitales, tienen pésima calidad de salud, no tienen acceso a planes preventivos, y el sistema privado los echa cada vez que se enferman o que tienen preexistencias”, explica.

Luego complementa el tema: “Hoy en día, en base a la medicina curativa, se ha llegado a expectativas de vida de 85 años, pero se ha abandonado la prevención. La gente llega a los 85 años, pero enferma. No está en condición de enfermedad de hospitalización, pero está deambulando.  Se tienen que atender en atención primaria, pero la atención primaria es ineficiente, porque un paciente que antes era sano, hoy día es hipertenso, diabético, cardiópata, o tiene cáncer, no sé.  Y tiene que ir al CESFAM, pero el CESFAM no tiene capacidad resolutiva.  Entonces lo derivan a la atención terciaria”.

Y agrega: “En esta universidad hemos recogido eso y lo hemos plasmado efectivamente en nuestros planes y programas de estudio.  Eso está expresado en los perfiles de egreso.  Claro, me podrían decir que si uno lee el perfil de egreso de otras universidades dicen lo mismo. ¿Pero realmente lo llevan a la práctica? Nuestro proyecto, que es innovador, disruptivo y desafiante, está provocando impacto. Nuestra carrera de medicina está en tercer lugar de empleabilidad en Chile. Nuestros egresados son buscados y altamente cotizados por el mercado de la salud real, es decir donde se vive la salud cotidiana, el día a día. Son profesionales comprometidos, involucrados con la población, eficientes, que hacen una medicina de calidad, que son humanos.  Estamos en tercer lugar. Eso no es gratuito. Es producto de una mirada de desarrollo progresista de la salud”.

Según explica Morales, “nos movemos en un escenario que es total y diametralmente opuesto al nuestro, donde todas las universidades son conservadoras en sus modelos educativos, donde todas las universidades no se salen un milímetro del único proceso de admisión, sin medir talento. Sólo miden adquisición de información”.

Porque, comenta el doctor, en Chile la adquisición de la información está directamente relacionada con la capacidad de pago, algo que se evidenció con más fuerza durante la pandemia.  “Quienes tienen capacidad de pago podían acceder a todos los contenidos del currículum y, además, los reforzaban con profesores online. No pasó lo mismo para los que constituyen el 85% de nuestra masa de estudiantes, quienes vienen de colegios municipales o particulares subvencionados. Muchos de ellos no tenían computador o tenían uno que debían compartir con toda la familia. El computador estaba en el living, en el mismo lugar donde se veía la novela, jugaban los hermanos o alguien cocinaba.  Y, aun así, estamos aquí”, reflexiona.

Es la primera vez que la reacreditación de medicina la hace la CNA —según el antiguo sistema la realizaban agencias externas —. “Esto es un antes y un después para nosotros, porque significa que, desde aquí para adelante, no nos para nadie.  O sea, seguimos con un proyecto que está al servicio real de las personas, de los que van a ser usuarios. Y esta es la única universidad en Chile que provoca movilidad social real, que le permite a quien tiene un sueño y talento, pero no cuenta con los recursos, estudiar medicina. El 98% de nuestros estudiantes tiene algún tipo de beneficio económico de la universidad, y eso le permite tener continuidad. Nadie se va, en palabras del rector, porque no pueda pagar.  Nadie se fue durante la pandemia porque no tuviera computador.  La universidad les compró computador.  O sea, todo aquello que podía parecer discurso, se concretó.  Y el reflejo de esto es la reacreditación”

-¿Cuáles son los desafíos que vienen ahora que la carrera fue reacreditada?

-“El rector ha sido muy crítico de los modelos tradicionales de Educación Superior en Chile. Estamos metidos en el mismo sistema y no nos vamos a salir.  Vamos a mantenernos dentro de las reglas del juego y a seguir cumpliendo con esas reglas del juego.  Pero para nosotros va a ser mucho más fácil hoy día, porque, a partir de este proceso de acreditación, hemos incorporado fuertemente la cultura de calidad.  Hoy día para nosotros es normal trabajar con procesos de calidad.  Cuando llegue el próximo proceso de reacreditación, en dos años más, no nos vamos a preparar sólo para ese proceso, sino que va a ser parte de la normalidad. Por lo tanto, el objetivo es seguir trabajando con cultura de calidad, cada vez con mayor empeño, con mayor experiencia y con mayor resultado en eficiencia y en eficacia.