El año de Lilian Ponce Leiva ha sido intenso, duro, sacrificado. Y también riesgoso. Como voluntaria de la Primera Compañía del Cuerpo de Bomberos de Chillán, la asistente de la unidad de Registro Curricular de la Universidad del Alba, sede Chillán, empezó este 2023 combatiendo el fuego durante los dantescos incendios forestales que afectaron a la región de Ñuble en el verano. Y a inicios del invierno le tocó participar en primera línea en la emergencia por las inundaciones provocadas por los temporales de lluvia.

“Es triste ver a la gente desesperada por sus casas, sus mascotas, sus plantaciones; durante el verano era horrible ir en el carro y ver como ardían los cerros, todo era antorchas gigantes, todo ardía, se quemaba y moría y eso me apretaba el pecho”, rememora aún con tristeza.

“Tocó evacuar y arrancar más de una vez porque los incendios forestales nos superaban, pero ganamos. Con la ayuda de todos, ganamos. Desde la ‘tía centralista’, nuestra telefonista, quien hizo un tremendo trabajo en esos días donde no dejaban de haber llamados y despachos, pasando por nuestras autoridades, comandantes y oficiales, y hasta nuestras familias, que nos decían por dónde ir y nos preparaban pancito con jugo para reponernos y seguir haciendo nuestro trabajo”, expone orgullosa.

“Para mí, la de este verano fue mi segunda temporada de incendios forestales como voluntaria activa y la más grande de las dos; hay mucha adrenalina cuando suenan las alarmas y sabemos que hay que correr, ponerse el uniforme y subir al carro con todo lo necesario porque alguien necesita nuestra ayuda”, dice.

Pero los temporales también causaron estragos en la zona. “Claro, estos días de invierno no fue el fuego, fue la lluvia, nuestros ríos fueron los que nos tuvieron trabajando a full, con el agua hasta la cintura ayudando a nuestra gente, pero ante eso, sólo puedo decir que el cansancio, el susto y todo lo que día a día vivimos nos llena el corazón; una carita agradecida es nuestro mejor pago. No se puede explicar, no hay una razón que defina nuestra motivación, pero amamos lo que hacemos”, afirma.

–¿A qué edad ingresa a Bomberos?

“En el segundo semestre de 2019, con 25 años, llegué al cuartel de la Primera Compañía preguntando cómo hacer para unirme; junté los documentos y empecé la postulación. Por la pandemia, la escuela de formación bomberil, dados los estatutos de profesionalización de Bomberos, se atrasó; pero el año 2021 ya era voluntaria activa de mi Primera Compañía de Bomberos de Chillán. Durante los dos años que llevo como bombera, nos han capacitado con los cursos de nuestra malla curricular como bombera inicial, luego operativa y ahora estoy a la espera de empezar los cursos para llegar a ser bombera profesional, junto a mis cofrades y amigos”.

–Y, definitivamente, ha sido un tiempo intenso, corto período, pero muy intenso…

“Claro. Me ha tocado apoyar en muchas emergencias, rescates, accidentes, incendios, rescates de animalitos, abrir casas cuando sus dueños olvidan las llaves y hasta he tenido que realizar visitas a colegios. Durante los incendios forestales de este año tuvimos bastante participación debido a que el fuego atacó directamente a nuestra ciudad y región; fueron incendios grandes, el trabajo fue largo, peligroso y cansador, pero se superó”.