Por Macarena Vergara

Olga Iris Arancibia Salazar ingresó a estudiar Pedagogía a la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) en 1992. Luego, en 1997, estudió Pedagogía en Lenguaje en la Universidad Diego Portales, y posteriormente, en 2002, regresó a la UMCE a realizar un Magíster en Curriculum y Evaluación. En Antofagasta, cursó un postítulo en Orientación Educacional y Vocacional en la Universidad Católica del Norte.

Pero pese a estos logros académicos, Olga se mantiene intelectualmente tan inquieta como siempre, al punto que a sus 57 años acaba de matricularse en Psicología en la Universidad del Alba Antofagasta, en modalidad Vespertina.

-¿Cómo se vincula su trayectoria profesional con la psicología?

“Al trabajar como orientadora, siempre mi norte ha sido ayudar a las personas, y más aún en pandemia. Nuestros estudiantes y apoderados han tenido muchos problemas emocionales, duelos, y diferentes situaciones donde la labor del orientador es hacer el vínculo con la familia y la contención emocional. Por lo tanto, muchas herramientas de la psicología, que las pude aprender en mis otras carreras, debí ocuparlas para empatizar, apoyar y sacar adelante tanto a los estudiantes como a los apoderados, ya que este proceso ha sido bastante complejo. Y yo creo que todos los docentes que trabajamos en el área educacional necesitamos muchas herramientas psicológicas para poder trabajar y formar personas. La inteligencia emocional es fundamental para apoyar a las familias y a nuestros estudiantes”.

– Optó por la modalidad vespertina. ¿A qué se debe esa elección?

“Porque tengo que compatibilizar mi vida laboral, mi vida de hogar y los estudios. Si bien la jornada vespertina implica un gran esfuerzo, es lo que más se ajusta a mi vida laboral. Y creo que para mí no va a ser un sacrificio, porque estoy muy contenta de haber ingresado a la carrera, y creo que voy a tener mucho ánimo para sacar adelante este gran sueño, el cual pretendo cumplir”.

¿Por qué decidió estudiar Psicología?

“Mi decisión de estudiar Psicología partió hace muchos años, ya que desde que inicié mis estudios en el área de educación, me motivó mucho el saber algo más sobre las personas, sobre las problemáticas que tenían que ver con las emociones, las ganas de apoyar a las personas, y de hacer una escucha activa. Por ende, mi carrera educativa como orientadora siempre estuvo muy de la mano con la psicología. Y lo que más me hace sentido es mi motivación de dar una mano a quienes se sientan solos o tengan un problema emocional que a veces físicamente no se nota, pero les afecta toda su vida”.

-¿Qué la llevó a escoger la Universidad del Alba para cumplir su sueño?

“A través de mi trabajo con los cuartos medios me tuve que contactar con la Universidad del Alba para generar charlas vocacionales para el ingreso a la educación superior. Y la calidez, la humanidad, la amabilidad con la que fui tratada por el personal de la universidad me dio la confianza de poder querer reiniciar mi vida educativa. Creo que la acogida que le dan a una hace sentirse muy confiada, y estoy segura de que esta casa de estudios será la que me va a permitir cumplir este nuevo sueño”.

-¿Cuál es su principal motivación para empezar una nueva carrera?

“El querer ayudar a los demás, querer ir más allá de lo que estoy haciendo y poder adquirir nuevos conocimientos en mi unidad educativa. Y, además, el hecho de que fui formada por mi padre en lo que significa no ponerse límites. Siento que mi edad y la etapa que estoy viviendo me permiten querer salir adelante. Siento que mientras uno tenga una motivación, un deseo de salir adelante y nuevas metas en la vida, se puede hacer. Las barreras se las pone uno. Pero yo creo que en estos momentos no tengo límites, y lo que más me interesa es poder ayudar a los demás”.

-¿En qué área de la psicología le gustaría especializarse?

“En la psicología clínica, con el objeto de poder apoyar a los pacientes en su proceso para poder resolver algunas situaciones y salir delante de cualquier problemática que esté relacionada con dicha área”.

¿Qué les diría a aquellas personas que, por su edad, se cuestionan si es correcto aventurarse en una carrera universitaria?

“Yo les diría que no tengan miedo a lo que va a pensar la gente, que no se coloquen barreras. Que tengan confianza y seguridad en que educarse significa abrir la mente y conocer nuevas cosas. Es importante que las personas adultas tengamos metas y nunca dejemos de aprender. Uno aprende de los demás y con los demás, entonces, tenemos que sentirnos capaces. La edad no es una limitante, las capacidades tampoco. Yo estoy en un muy buen camino y además tengo el incentivo de mi hija, que está terminando su carrera. En este momento, ella está egresando de Obstetricia y yo estoy entrando otra vez a la universidad. Y eso es súper importante. El apoyo de tu familia, que crea en tí, y una de las cosas fundamentales es creer en uno mismo. Una debe hacer realidad lo que piensa y poner todo su ímpetu en cumplir aquellos sueños que tuvo alguna vez. Esto lo hago por mí, por aportar a la sociedad, por aportar a los estudiantes y porque mis padres y mi tía, que ya no están en este plano, creo que estarían muy felices de que yo, a estas alturas de mi vida, esté cumpliendo uno de los sueños más hermosos que tenía”.

¿Qué significa para usted el hecho de emprender este gran desafío?

“Todos los que trabajamos en el área docente siempre les estamos diciendo a nuestros alumnos que tienen que motivarse y, además, yo que trabajo en el área de orientación, busco formar personas integrales. Por ende, si yo estoy dando este mensaje a los estudiantes y a los colegas, tengo que demostrar que esa formación integral también es para mí. Querer cursar una nueva carrera en la universidad es la demostración de lo que siempre he dicho: querer es poder”.