Desde sus ocho años de edad,  Rocío Bravo Iturriaga (25), egresada de Pedagogía en Educación Física de UDALBA Chillán, supo que el deporte sería clave para alcanzar sus sueños. Tras ser detectada con Trastorno por Déficit de Atención en su etapa escolar, Rocío encontró en la actividad física la fórmula perfecta para sentirse plena consigo misma. “Es un estilo de vida y una necesidad que espero seguir llevando a cabo para siempre”, resalta la ex estudiante. 

La niña prodigio del balonmano

Su temprana pasión por el hándbol y su gran estatura la llevaron a consolidarse en la posición de portera, con múltiples palmares e incluso con nominaciones a la selección nacional adulta en la rama femenina desde sus 11 años de edad, algo que ha complementado con su rol de entrenadora, formadora y gestora deportiva en distintas organizaciones y clubes a nivel nacional. Además, fue una de las representantes de UDALBA en diversos campeonatos universitarios de atletismo.  

Sin embargo, la destacada trayectoria que Rocío ha pavimentado durante estos años no ha estado exenta de dificultades y desafíos. La falta de recursos, los largos viajes y la presión de rendir, tanto dentro como fuera de la cancha, muchas veces sobrepasaron a la joven deportista, pero el esfuerzo y el apoyo de su entorno la hicieron superar las adversidades, aunque eso haya implicado vender queques para financiar sus torneos o tener que celebrar sus cumpleaños lejos de su hogar y de su familia. 

– ¿Cómo nació esta pasión por el deporte y, principalmente, por el hándbol? 

-“En cuarto básico me detectaron Trastorno de Déficit Atencional, por lo que la neuróloga me recomendó hacer deporte. Fue ahí cuando decidí practicar y probar con varias disciplinas, incluso el ajedrez, pero me la jugué por el hándbol. Tenía la ventaja de ser muy alta a mis 11 años, así que jugaba como arquera de fútbol en el colegio al principio. Fue precisamente en el equipo de balonmano del Instituto Santa María, lugar donde estudiaba en ese momento, cuando me preguntaron si podía ser la portera, así que ahí empezó todo, en el 2010”. 

– ¿Cómo se gestó tu arribo a la selección chilena de balonmano?

-“A los dos meses que empecé a jugar en el Instituto Santa María, me llamaron a la selección adulta de balonmano. Hugo Valdebenito, el seleccionador de ese entonces, se interesó sobre todo por la estatura que tenía a los 11 años, además de haber mostrado un buen nivel a pesar del poco tiempo jugando. Oscilé en su minuto entre el balonmano y el atletismo, considerando que logré sobresalir a nivel nacional en lanzamiento de bala también, pero me quedé con el balonmano, también porque me enamoré de mi posición de arquera”.

– ¿Cómo recuerdas esa etapa en la selección nacional?

-“Tengo buenos y malos recuerdos. Partir desde tan chica y viajar desde los 11 años con la selección me permitieron madurar en muchos aspectos, pero también vivir momentos muy duros. Pasar hambre, pasar frío, dormir mal y estar cansada eran muchas veces la tónica de mi rutina, donde había que entrenar cuatro veces al día, lo cual me pesó mucho en su momento. Después uno se acostumbra y termina convirtiendo esa rutina como una forma de trabajo. En eso se basaba mi vida, en ir al colegio y entrenar, lo cual condicionó también mis relaciones sociales. Sin embargo, gracias a todo ese sacrificio, pude conocer muchos lugares, aprender de la vida y ganar experiencia que no se obtiene en cualquier lugar. La resiliencia y el trabajo en equipo se volvieron parte indispensable en mi día a día”. 

– ¿Tuviste problemas económicos para poder desarrollar tu carrera deportiva?

-“Afortunadamente, siempre tuve apoyo económico, tanto en el colegio como en la Universidad del Alba, donde me becaron. Tuve dificultades con respecto a los recursos que requería para poder viajar a torneos o simplemente ir a entrenar, llegando al punto de vender queques en el colegio, pedir plata en la calle, organizar torneos a beneficio, hacer rifas, etc. Es una realidad que lamentablemente muchas deportistas viven diariamente. Estamos muy al debe todavía con la infraestructura y con el financiamiento de la gran mayoría de los deportes en nuestro país, lo cual pesa negativamente”.  

Su formación en la UDALBA

Rocío también recuerda con mucho cariño su formación en nuestra casa de estudios y hace énfasis en las facilidades que le otorgaron varios académicos para que ella pudiera compatibilizar su formación académica con su carrera como handbolista. Además, la deportista admite que su conexión con UDALBA se ha fortalecido con el pasar de los años, al punto no solo de haber ganado el Premio Espíritu UPV, sino también de haber participado activamente en el proceso de acreditación como egresada.    

“Tengo muy lindos recuerdos, la verdad. Muchas personas me dieron su apoyo en momentos complejos y eso siempre lo tengo presente. La universidad fue una familia que siempre me entregó comprensión y flexibilidades cuando tenía que jugar por la selección o cuando emprendía viajes muy largos. Estoy muy agradecida de toda su comunidad, por eso también participé tanto como estudiante como egresada en todo lo que estuviera a mi alcance”, manifiesta nuestra egresada, quien ahora trabaja como coordinadora de Deportes y Proyectos en el Estadio Italiano. 

– ¿Cuáles fueron tus motivaciones para especializarte como profesora de Educación Física en la Universidad del Alba?

-“La verdad siempre me interesó el deporte, prácticamente toda mi vida, así que nunca he dejado de ejercitarme y moverme. Dentro de las alternativas, alguna vez consideré estudiar Kinesióloga, pero finalmente me quedé con la opción de enseñar y administrar en torno al deporte, y ahí me di cuenta de que Pedagogía en Educación Física era la mejor opción. Entré a UDALBA porque a la hora de matricularme me abrieron las puertas de inmediato. Fue la única universidad en la que me dijeron que me apoyarían en lo que necesite para que continúe con mi carrera deportiva en la selección nacional, por eso también me becaron”. 

– ¿Guardas buenos recuerdos de tu paso por la universidad?

-“Tengo muy lindos recuerdos, principalmente porque la universidad era súper familiar. Me pasaba que cuando llegaba a Santiago con mis otras compañeras de hándbol, ellas me contaban que casi no tenían trato con sus demás compañeros y que sus profesores no les daban ningún tipo de flexibilidad. En mi caso, siempre hablaba de manera cercana con mis compañeros, profesores, funcionarios, con el mismo jefe de carrera, lo cual fue una experiencia muy enriquecedora. A mí siempre me justificaron las inasistencias o me corrieron los trabajos cuando tenía que competir en algún torneo importante. La universidad se comportó de manera muy familiar y siempre me entregó apoyo”.  

– A propósito de eso y como egresada también, ¿qué sensaciones te dejó la reciente acreditación institucional que obtuvo nuestra casa de estudios?

-“Cuando vi la noticia de la acreditación, se la compartí inmediatamente a toda mi familia con mucha alegría, es algo maravilloso. Es una pena que hayan tenido que cerrar algunas carreras por el tema de acreditación, pero de igual manera es muy importante porque ha sido un trabajo de muchos años y esfuerzo. Viví ese proceso de acreditación y se siente como un premio, muy emocionante”.

– ¿Has tenido participación dentro de nuestra Red Alumni UDALBA?

-“Sí, he participado en muchas actividades. Tuve la oportunidad de ser parte de la Cena de Egresados durante el 2021, además de participar activamente como egresada en el proceso de acreditación, en el Portal de Empleos UDALBA y en diversos cursos con respecto a temas laborales que ha organizado la Red. Me siento comprometida con la universidad, tanto en mi etapa como estudiante como con la Red Alumni actualmente, incluso tuve el honor de recibir en el último año de la U el premio Espíritu UPV”.

– ¿Cómo ha sido tu experiencia laboral tras egresar de nuestra casa de estudios?

-“He tenido la suerte de trabajar en muchos lugares con personas de todas las edades. Me ha tocado enseñar en jardines, colegios y diversos clubes, además de ayudantías en universidades. En la actualidad, me dedico al tema más administrativo, donde estoy encargado de enseñarles a los funcionarios y practicantes nuevos y traspasarle conocimientos, lo cual me tiene muy contenta y motivada”. 

– ¿Cuáles son tus planes a futuro?

-“Mi objetivo es siempre seguir estudiando, informarme y actualizarme permanentemente. Mi intención es también poder ser un aporte con respecto a los conocimientos que pueda traspasar. Quiero hacer todo lo posible para mejorar la calidad del deporte, la cobertura, la infraestructura y sacar mejor deportistas, por eso ahora quiero hacer un magíster en relación con el deporte. Mi foco también está en seguir compitiendo y disfrutando en torno al deporte, pero no a nivel de alta competencia. No me veo como seleccionada nacional, pero quiero seguir jugando, administrando y guiando en torno al hándbol y la actividad física”. 

– ¿Qué mensaje les dejarías a aquellas y aquellos deportistas que están luchando en este momento ante las adversidades para alcanzar sus metas y sueños?

-“Les diría a mis futuros colegas que pueden lograr muchas cosas a pesar de que a veces se puedan sentir muy chicos o tengan muchos problemas encima. Es verdad que siendo deportista es muy difícil compatibilizar los estudios con la actividad física, pero se logra. Mi idea es poder demostrarle a ellos mismos que se puede. Habitualmente tengo ese lema instaurado, y mi intención es transmitirlo, especialmente a las mujeres, quienes, de a poco, se van haciendo de un espacio importante en el deporte nacional. Hay que seguir estudiando, proyectarse y seguir los sueños hasta el final”.