Por Rafael Rosell, rector de la Universidad Pedro de Valdivia, y Karen Marón, analista en Geopolítica y miembro de CARI. DART CENTER. CAECOPAZ.

Con la decisión de extender la cuarentena hasta 7 de junio, el gobierno libanés accedió a la recomendación del Consejo Superior de Defensa, ante el aumento de las infecciones de COVID-19. Por tal rebrote, las autoridades bloquearon tres pueblos donde se detectaron los focos de contagio. La decisión fue tomada en medio de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional con el objetivo de obtener un préstamo de 10 mil millones de dólares, que genera una gran desconfianza en la población.

“Estamos profundamente preocupados por el rebrote de la violencia que ha surgido en el Líbano, llevándose la vida de un manifestante y dejando decenas de civiles y agentes de las fuerzas de seguridad heridos” Estas fueron las declaraciones de Rupert Colville, el portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, tras los disturbios registrados días atrás, en la ciudad de Trípoli-ubicada a 85 kilómetros de Beirut, capital del país- escenario de una ola de protestas por el empeoramiento de la situación económica.

Colville, se refiere a la muerte de Fawas Fouad de 26 años, tras recibir un disparo durante una protesta en la norteña ciudad de Trípoli y cuyo cuerpo fue despedido en la plaza Al Nur, epicentro de las protestas.

Aunque desde octubre pasado miles de personas salieron a las calles para denunciar la situación económica, social y política del país -como así también la corrupción de los diversos partidos políticos en el poder durante décadas- la revuelta actual parece marcar una evolución hacia una forma de radicalismo, mutando a una marcada participación de jóvenes, hombres y mujeres, que exhibieron un inusual grado de violencia donde convivieron las piedras con los cócteles molotov y los palos de madera con los gases lacrimógenos. Por otro lado, las Fuerzas Armadas Libanesas se encuentran bajo la escrutadora lupa de una investigación, tendiente a determinar la existencia de violaciones en la proporcionalidad que debe existir en el uso de la fuerza.

La golpeada economía debe enfrentar una disparada de los precios en un 55 por ciento- con una moneda ligada desde 1997 al dólar- y semanas de caída de la libra libanesa que relega a casi la mitad de los 6 millones de ciudadanos bajo el umbral de la pobreza, en la que fuera considerada la París de Medio Oriente.

Paradójicamente hoy se encuentra atravesando una situación que restringe extracciones bancarias, transferencias de divisas y la imperiosa necesidad de un plan de rescate económico, sobre el cual se basará para negociar con acreedores de una deuda externa, superior a los 90 mil millones de dólares.

Con una política de salud pública inexistente, deficiencias en los sistemas de protección social, el peligro de aumento de contagiados y el confinamiento, profundiza una pobreza inaudita. El ministro de Asuntos Sociales, Ramzi Mousharafieh, estima que el 75 por ciento de la población necesita ayuda.

 

Fuente:  Publicado en La Tercera.