Mientras todos duermen y el silencio envuelve las calles de Santiago, los azules ojos de José Maulen, esos que proyectan la sinceridad que le ha hecho ganarse el cariño de gran parte de la comunidad UDALBA, están atentos y dispuestos desde las cinco de la mañana. A esa hora emprende su viaje desde Talagante para iniciar una nueva jornada como auxiliar de servicio en la sede Santiago. 

“Levantarme tan temprano me hace sentir una persona responsable que, sin importar lo que suceda, cumple con sus obligaciones. Llegué hace 11 años  a trabajar a la universidad, primero como guardia y, posteriormente, me dijeron que estaba capacitado para otras cosas, así que me designaron auxiliar de servicio. Básicamente, lo que me toca hacer es arreglar lo que haga falta, cargar cosas, ayudar con el orden y, en general, estar ahí cuando alguien lo necesite. Es dar solución a los problemas, lo cual me mantiene alerta constantemente y comprometido con los colaboradores y estudiantes”, destaca. 

El “Tío José”, como varios estudiantes lo apodan de cariño, está pronto a jubilarse y adentrarse en una nueva etapa personal, y es por eso que decidió compartirnos en esta entrevista un pedazo de su historia, una vida marcada por el enorme compromiso en cuidar de los suyos, hacer sonreír a las personas y, especialmente, crecer en conjunto con la comunidad UDALBA, la cual, según menciona, ha sido “una segunda familia y una parte importante de mi vida”. 

EL ETERNO GUARDIÁN

José Maulen, quien abre la sede de lunes a viernes, recuerda con mucho cariño su historia laboral  y, sobre todo, estos fructíferos años trabajando en la Universidad del Alba, donde admite haber formado amistades y un lazo muy profundo con la comunidad.

“No puedo fallar un solo día cuando se trata de abrir la sede, todos dependen de mí y siento esa responsabilidad en mis manos, sobre todo si tomo en cuenta todo lo bueno que la Universidad me ha entregado durante estos años”, manifiesta.

-¿Cómo comenzó su historia dentro del mundo laboral?

-“Éramos 8 hermanos y la situación económica no era muy buena en mi familia, así que decidí comenzar a trabajar cuando estaba en la enseñanza media. En los veranos aprovechaba de cortar fruta en el campo, vender diarios, helados, ofrecer empanadas en el estadio, porque a mí me gustaba tener mi dinero. Y  desde ahí empecé como junior en una oficina de correo, donde me tocaba entregar cartas, moverme de aquí para allá a comprar papel sellado, todo esto a finales de la década de los 70, época en la cual también trabajé como taxista y chofer de empresas. También anduve de guardia en Iquique y Puerto Montt en los últimos años hasta que, finalmente, llegué en 2013 a la UDALBA, en ese entonces Universidad Pedro de Valdivia, y no me he movido de aquí”. 

-¿En qué consiste su trabajo actualmente en UDALBA?

José Maulen se unió a las filas de la UPV-UDALBA  en el año 2013.

-“Todos los días me levanto a las 4 AM, tomo el bus desde Talagante a las 5 y llego a la Universidad a las 6 de la mañana. Tengo 69 años y acá estamos. Debo abrir la Universidad, entonces no puedo fallar, todos dependen de mí para que la sede Santiago funcione normalmente desde la primera hora. Me toca prender las luces y abrir todos los accesos necesarios, además de saludar a los estudiantes y a mis colegas. También en su momento me tocó despachar los buses de acercamiento a Talagante para los practicantes de Medicina, donde tuve la oportunidad de convivir con muchos estudiantes de gran nivel”. 

-¿Cuál cree que es el sello de esta Universidad? 

José Maulen almorzando con colaboradores de sede Santiago.

-“Aquí siempre he visto un buen compañerismo, incluyendo a las jefaturas y autoridades. No se nota la diferencia jerárquica, aquí todos trabajamos a la par y nadie está por sobre otro. La buena educación que se le entrega a la comunidad estudiantil parte desde esa base, desde la inclusión, y eso es muy importante. Esta universidad ha pasado por momentos difíciles, tanto desde el ámbito económico como profesional, y es por eso que todos tenemos que remar para el mismo lado si queremos que esta casa de estudios continúe creciendo. Aquí se me ha dado contención y apoyo en momentos difíciles, lo cual valoro mucho”. 

-¿Qué tipo de relación tiene con los estudiantes?

José Maulen junto al titulado de Enfermería Felipe Morales.

-“Cuando estábamos en la UPV había un gran vínculo con los estudiantes. En Huérfanos específicamente yo abría a las 6 de la mañana para recibir a los que salían de sus internados de turno de noche, así que pasaba al casino, les calentaba agua, les ofrecía café, además de intentar ayudarles con algún material que necesitaran. “Tío José” me dicen. Todavía mantengo esa relación ahora en UDALBA, especialmente con los practicantes de Medicina y Enfermería, a quienes los recibo a primera hora en la sede para que no se expongan en la calle a altas horas de la madrugada. Me siento como un guardián y como papá en ese sentido. Esto es una familia y no podemos abandonar a nadie”.

-¿Cuáles son sus planes a futuro?

-“Estoy feliz, he obtenido muchas amistades a lo largo de estos años, personas muy valiosas para mí dentro de la universidad. Para mí sería melancólico dejar la universidad. Me he enamorado de este trabajo. Si me llegara a ir, echaría mucho de menos tanto a la UPV como a la UDALBA. Sería muy doloroso irse, pero sé que en algún momento tendré que dar un paso al costado. Los años no pasan en vano y me siento más cansado. Tengo 69 años y estoy pronto a retirarme. Siempre intento buscar algún tipo de distracción, hay que hacer algo constantemente. Desde temprano que el sábado comienzo a hacer las tareas del hogar, comprar en la feria, de repente ayudar a mi hijo como delivery para su negocio de suplementos deportivos. No quiero estar encerrado y no quiero esperar a que los años se me vengan encima. Tengo algunos planes con mi pareja, pero todo se está evaluando todavía”. 

“HACERLOS FELICES”

José Maulen disfrazado de Viejito Pascuero en visita a la Fundación Las Rosas.

Más allá de las funciones que cumple como auxiliar de servicio, José Maulen también ha desarrollado una particular faceta humorística a lo largo de su vida. Además haber sido el “payaso de la clase” y uno de los encargados de animar las juntas y fiestas de trabajo, el actual colaborador de UDALBA también cautiva a su fiel público con distintas personificaciones, habiendo participado incluso en la actividad de Navidad con Sentido, ocasión en la que se disfrazó de Viejito Pascuero en su visita a la Fundación Las Rosas.

-¿Cómo nació su gusto por los disfraces?

-“En las fiestas de la oficina o en distintas actividades que se organizaban en mi ciudad natal, Talagante, me tocaba disfrazarme de Viejito Pascuero, el Viejo Guatón, King Kong e incluso del ex animador del Festival de Viña, Antonio Vodanovic, cuando trabajaba en la editorial Lord Cochrane. También interpreté a Albito. Después comenzó a correr la voz y algunas empresas y oficinas me contrataron para disfrazarme de Viejito Pascuero en épocas navideñas. En el colegio también, yo era el payaso del curso y siempre me gustó el tema de los disfraces, hacer reír a la gente, eso siempre me reconfortaba”. 

-¿Qué sintió al ser parte de la Navidad con Sentido?

-“Fue muy emotivo. La idea de disfrazarme de Viejito Pascuero nació en los años 70, gracias a un amigo que me pidió que me disfrazara para entregarle los regalos de navidad a sus hijos, así que ahí empezó todo e incluso me terminé quedando con el traje. Me gustó mucho disfrazarme principalmente por la felicidad que le entregaba a los niños, aunque fuera por un rato, eso me hacía sentir muy bien. En la Fundación Las Rosas me acordé de mi mamá por el perfil de las abuelitas que había en el lugar, así que fue muy especial para mí. Volvieron a ser niñas por un minuto y eso fue muy lindo, incluso las hice bailar. Ahora siento que se ha perdido mucho esa emoción y el significado de la navidad para las nuevas generaciones, donde predomina mucho lo material por sobre lo familiar”. 

-¿Qué mensaje le deja a la comunidad universitaria de cara a este año académico 2024?

-“En primer lugar que todos tengan buena salud, tanto estudiantes, compañeros de trabajo y jefaturas. Por otro lado, es muy importante fomentar algo que se ha perdido con el pasar de los años, que es el sentido de comunidad, la unión y la amistad por sobre todas las cosas. Hay que recuperar la conexión entre nosotros y crecer en conjunto, esa es la clave. Sentirnos como hermanos, sin importar el color político o la religión”.